La viña duerme.
En estos día tan extraños casi no salimos de casa, pero a pesar de todo hay ese día que el sol te invita a salir, pero no a las calles de Vilafranca donde la gente transita. El sol te invita a dar unos pasos más i perderte por esos rincones mágicos y maravillosos que tenemos en el municipio. Vilafranca está rodeada de viñas y como siempre os digo, las viñas son mágicas porque cambian su paisaje en cada época del año. Ahora la viña duerme.
Finales de enero y principios de febrero
Finales de enero y principios de febrero es un buen momento para salir y ver como poco a poco la naturaleza empieza a dar los primeros bostezos, la mimosa florida en algunos jardines mientras te acercas a las afueras de la villa i muy cerca pero ya fuera de las calles llenas de casas, donde hay los primeros caminos, encontramos almendros que sacan las primeras flores pintando de color rosado el marrón y gris del paisaje.
El ciclo de la vida
Las viñas todavía duermen, en algunas ya se ve a la gente trabajando, podándola para prepararla y dejarla a punto para cuando se despierte sacando las primeras lágrimas. La cepa parece muerta, su letargo no muestra indicios de vida, pero ahora descansa porque le viene mucho trabajo cada año abasteciendo de uva la comarca. En las viñas que no han sido labradas, entre las hileras de viñedos dormidos, las hierbas conservan, entre otras cosas, la humedad y los nutrientes de la tierra y algo muy importante, la vida que contiene: pequeños insectos, algunos reptiles y roedores que hacen por tanto que el ciclo de la vida se mantenga. Para dar color, las flores blancas de la rabaniza y las flores amarillas del diente de león mantiene durante el invierno un toque de color que destaca entre el verde le la hierba y el marrón de la tierra y las cepas.
La naturaleza no descansa
La naturaleza no descansa, da reposo a una parte mientras la otra sigue manteniendo el trabajo de hacer de nuestro territorio un lugar que nos sorprende día a día, estación a estación por su magia característica.
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